Esta tarde hemos conocido la noticia que nunca quisimos. La lucha llegó a su final. El choque nos deja sin aliento y ojos húmedos. Solos y por un instante, perdidos. Nuestro amigo y capitán Vladi nos ha dejado.
Esta noche, enorme dolor. Duelo.
Panegírico por Jesús E. Mesones
¿Quién se acuerda de Vladi?
Este es el título de un capítulo del irónico libro «El año que fuimos campeones» de su amigo Nicolás Ortega. Todos nos acordamos de Vladi durante aquel campeonato al que no pudo acudir por una inoportuna lesión en el tendón de Aquiles: el punto débil del héroe.
Nos acordamos en cada partido de su garra, su disciplina y su exigencia para competir con su espíritu bien presente. Aquel año fuimos terceros por cierto, posiblemente nos faltaron sus piernas en el campo, pero reconocimos ya claramente la gran influencia que tenía Vladi en nuestras vidas.
Muy pocas veces en la vida encuentras a personas con esa combinación de cualidades: ese altruismo, esa generosidad, esa firme seguridad en todo lo que hacía, esa inteligencia clara, esa voluntad, esa mirada positiva y esa empeño en el esfuerzo.
Vladi era muy exigente con los demás pero aún más consigo mismo, eso le ayudó a construirse una carrera personal y profesional de éxito. Como hacía en el campo de fútbol, marcaba una línea y había que seguirle o quedabas fuera de juego.
El «vivía tal y como jugaba al fútbol», disfrutaba cada momento, cada disputa, cada pase, sin escatimar sudor ni entusiasmo. Era esa clase de hombre al que la suerte siempre encontraba trabajando y en ese encuentro siempre conseguía mejora continua.
Aprendía de cada mal momento o derrota y se retroalimentaba con cada éxito personal o victoria que conseguía. Y lo mejor de todo esto es que esa energía la entregaba a los demás, siendo capaz de iluminar y alegrar la vida de toda su familia, de sus amigos y conocidos. Porque Vladi era el AMIGO en mayúsculas. Te hacía sentir especial en cada momento compartido, en cada consejo, en cada bronca, en cada gestos. Por eso tiene tantos amigos, porque cultivaba la amistad como el bien más preciado y porque tenía corazón para todos.
Su última lección de vida y amistad ha sido su actitud ante la muerte. Sabía muy bien a lo que se enfrentaba desde que conoció su diagnóstico de cáncer, todo el proceso se mantuvo firme y en pié. Miró a la muerte a la cara, y no se quejó de nada, “aquí estoy y aquí seguiré viviendo cada instante con decisión y empuje”. Como hizo en toda su vida. Hasta el último aliento, hasta el último asalto.
Esa fortaleza y esa dignidad, amigos, está al alcance de elegidos como nuestro Vladi. Ese es el ejemplo de vida que todos debemos recordar y que a él le gustaría que aplicáramos en nuestro día a día.
Sus hijos nos preguntarán por él, con orgullo les diremos la clase de hombre que era. Nosotros le daremos fe de su calidad como hombre y amigo.
En estos difíciles momentos tenemos que sentirnos muy afortunados por haberlo disfrutado y solo podemos darle gracias a la vida por habernos dado la oportunidad de compartir todos estos momentos con él.
Todas las madres dicen que su hijo es la mejor persona el que mejora baila y el más guapo inteligente y bondadoso; sólo una madre que yo conozca tiene toda la razón y eres tú, Asunción, la madre de Vladi.
Ayer murió Vladi, el hombre, el amigo, hoy nace para siempre la leyenda de Vladiator. #NEVERSURRENDER.
https://www.laverdad.es/murcia/fallece-doctor-vladimir-20221130215400-nt.html